Cosas Maravillosas

~ sábado, 8 de enero de 2011

¡Hola, hola, pequeños seres endomorficos! Ustedes que no leen este blog porque no han visto mi tweet. Ustedes que son hartamente deleznables. Quizás por eso les quiero tanto. O algo.

Quizás ustedes no lo sepan pero sigo desde hace un tiempo cierto blog que se llama “1000 cosas maravillosas”. Este blog se dedica a, cada día, mencionar una de esas pequeñas cosas que hacen que la vida sea un poquito más feliz. No hablo de grandes desembolsos, no hablo de épicas conquistas. Hablo de pequeños detallitos que pueden ocurrir en nuestro día a día y que hacen que se nos ponga una sonrisita en la boca. No sé si me entienden. Total, uno de esos blogs que leídos diariamente te llena de positividad.

Llevo tiempo con la idea pasajera de crear la versión española del susodicho blog. No sé si sería capaz de actualizar todos los días hasta llegar al listado de las 1000 cosas. Por eso, mientras me decido y no me decido, les pongo aquí tres momentos que yo considero “maravillosos” y que se me han ocurrido estos últimos días. Si quieren más en inglés, tienen el blog que ya les comenté. Estos son los míos.

Conseguir subirte en el último autobús del día.

Imagínense la situación: están ustedes volviendo de una cena con unos amigos. Malditas las ganas de coger el coche así que han decidido ir y volver en transporte público. La cena se ha alargado un poco más de lo previsto (suele pasar si te lo pasas bien) y llegas a la parada del autobús un poco más tarde de lo que deberías. Miras el horario de autobuses y ves que el último hace dos minutos que salió. Estás planteándote coger un taxi (con todo el desembolso que eso supondría) o irte andando justo en el momento en el que, al fondo de la calle, ves que se te acerca un cartel resplandeciente. Una pequeña estrella de Belén que, en vez de cinco puntas, tiene escrito el número del autobús que necesitabas. Aquí está tu regalo de Reyes. Es una gran y MARAVILLOSA vuelta a casa.

Encontrar una pipa pelada en la bolsa de pipas

No me terminan de gustar las pipas peladas. Quiero decir: sí, están buenas y no hace falta  pelarlas. Pero las pipas son para comérselas de una en una. Si ya están peladas, no tiene sentido no comérselas a puñaos. Y ahí es cuando resultan pesadas y empiezan a faltarles el sabor. Además, se ponen rancias enseguida.

Por eso es una delicia cuando estás comiendo pipas con cáscara, metes la mano en la bolsa y, con el tacto, descubres una que ya estaba pelada. Te ahorras trabajo y tiene un delicioso saborcillo a salado que hace que todas tus papilas gustativas retocen de gusto.

¡¡¡MARAVILLOSO!!!

Encontrar una canción que tenías muchas ganas de escuchar.

En esta época de la información, todavía no hemos perdido la sana costumbre de no saber qué canción estamos escuchando. Ya sea porque no tenemos cierta aplicación en el móvil o porque no hemos pillado el nombre. Pero lo que no nos podrán quitar será la melodía, el ritmo, la música de nuestra cabeza. Y allí se queda, imperceptible. Hasta que un día (pueden ser semanas o meses después), haciendo una búsqueda random por Spotify o por youtube la escuchamos. Y entonces agudizamos el oído, tensamos los músculos del brazo y una gran sonrisa se apodera de nuestra cara. Sí, venga, dilo. Es ¡¡¡MARAVILLOSO!!!

1 comentario:

Señora anónima para usted dijo...

Sí, su idea del último bus de regreso como cosa maravillosa me encantó ^^ Me hizo reír y too... Y encontrar esa canción de moda también. Pero.... (siempre hay un pero), con lo de las pipas "nain". A mi gustar pipas peladas todas. Saludos señor de cosas maravilllousas.

Publicar un comentario